miércoles, 27 de abril de 2016

Definición de hegemonía y su diferencia con los conceptos de cultura e ideología

La dominación que la burguesía ejerce sobre el proletariado en particular, pero también sobre el resto de la sociedad al interior de una nación, o directamente la que ejerce una nación sobre otra no se da únicamente a través de la coerción, es decir, del uso de la fuerza física.

Antonio Gramsci, referente del Partido Comunista italiano, introdujo el concepto de hegemonía para complejizar y comprender la posición dominante de ciertos sectores sociales. Dicho concepto “incluye –y va más allá de- los poderosos conceptos anteriores: el de ‘cultura’ como ‘proceso social total’ en que los hombres definen y configuran sus vidas, y el de ‘ideología’ (…) en la que un sistema de significados y valores constituye la expresión o proyección de un particular interés de clase”[1].  En palabras más sencillas, si entendemos a la cultura como el conjunto de prácticas que configuran nuestras vidas y el modo de organización,  tenemos que decir que la hegemonía es el proceso a través del cual  dicho modo (la cultura) es aceptado (a).


Por su parte, si la ideología “constituye un sistema de significados, valores y creencias relativamente formal y articulado”, la hegemonía también es el proceso a través del cual la ideología (de la clase dominante) se enraíza en las clases subalternas. La producción de todas las ideas, de las maneras de ver el mundo, y de los valores socialmente aceptados, está en manos de quienes controlan los medios de producción, es decir, de las clases dominantes. Esto quiere decir que la burguesía posee una ideología propia que la hace circular sobre el resto de la sociedad. Las clases explotadas solo tienen esta ideología como conciencia, y en su lucha para liberarse de la explotación también se da una lucha para liberarse de la esta ideología que no le pertenece.

Entonces, la hegemonía es el proceso que confirma la dominación de las clases dominantes, tanto ideológica como cultural, “es un vívido sistema de significados y valores (…) que en la medida en que son experimentados como prácticas parecen confirmarse recíprocamente”. A partir de esto podemos afirmar que  el Estado, como herramienta de dominación  de clase, no implica sólo coerción, sino que también implica consenso.

Si la hegemonía es puerta en marcha por la burguesía, la clase obrera es fuente de contra hegemonía para generar consenso con el resto de la sociedad en su lucha contra la primera. Por esta razón, “la hegemonía jamás puede ser individual”.


Por último, cabe aclarar que la hegemonía no se da de una vez y para siempre, sino que quien la ejecuta debe renovarla y recrearla constantemente ya que continuamente es resistida por las clases subalternas. En momentos de lucha más álgidos,  el proceso contra hegemónico puede dejar de ser resistencia para pasar a la ofensiva. Dos claros ejemplos de esto son las luchas obreras y populares que se desarrollaron en nuestro país en la década de los ’70 y en 2001. Esta última se expresó bajo el canto de “piquete y cacerola la lucha es una sola”, en alusión a la unidad de los trabajadores y las clases medias, y de “que se vayan todos”, que demostró un resquebrajamiento en la hegemonía de la burguesía. Un dato no menor fue que en aquel año, en una semana, cayeron cinco presidentes.

[1] Williams, R (2000). “La hegemonía” en Marxismo y Literatura. Ediciones Península, Barcelona.

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