El hecho que existan medios de comunicación
empresas, o que exista la prensa obrera no es azaroso. Responde a que la
sociedad está dividida en clases. Para comprender esto, los conflictos que
existen entre ellas, cómo son leídos por los grandes medios de comunicación,
los partidos políticos, los sindicalistas, y demás actores sociales, es
necesario un breve estudio de teoría
marxista clásica, la primera en introducir una perspectiva de clase al estudio
de la sociedad.

Una de
las primeras nociones que Marx introdujo para el estudio del capitalismo es la
de clase social. "Las clases sociales están definidas por las
relaciones de producción, es decir, por la
forma en que los hombres producen mercancías. En el seno de las relaciones de
producción, el papel que ocupa cada individuo está determinado por la división
del trabajo, es decir, aquellos que desarrollan una misma actividad -y por
tanto están sometidos a unas idénticas condiciones- conforman una clase social.
Las clases sociales vienen determinadas por el lugar que
ocupan en el proceso de producción de la riqueza"[1].
El motor de la historia es la lucha de
clases: “libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la
gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a
frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada algunas veces y
otras franca y abierta…”[2]
Para Marx, las dos clases
antagónicas son la burguesía y el proletariado (patrones y trabajadores).
Los primeros son dueños de los medios de producción mientras que los segundos
lo único que poseen es su fuerza de trabajo, que se ve obligada a venderla para
poder subsistir. La fuerza de trabajo
es la encargada de la producción de otras mercancías, que poseen dos valores: de uso y de cambio. ¿Qué
quiere decir esto? Que para que un producto sea considerado mercancía debe
poder ser usado y además intercambiado. Lo que determina el valor de las
mercancías es el tiempo de trabajo socialmente necesario invertido en su
producción. “Una vez que ha comprado la fuerza de trabajo el poseedor de dinero
tiene derecho a consumirla, es decir, a hacerla trabajar durante un día entero,
por ejemplo, durante doce horas. En realidad, el obrero crea en seis horas
(tiempo de trabajo necesario) un
producto con el que cubre los gastos de su mantenimiento; durante las seis
horas restantes (tiempo de trabajo suplementario)
crea un plusproducto no retribuido
por el capitalista, que es la plusvalía
[negrita del editor]”.[3]
Esta relación de explotación en la que el burgués se apropia de parte
del valor creado por el trabajador es permitida y reglamentada por el Estado,
razón por la cual Marx llega a la conclusión que su carácter de clase es burgués. En otras palabras, el Estado es un
instrumento de una clase para dominar a otra, y en palabras del propio Marx “es
la junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”. La aparición del Estado y distintas formas jurídicas ocurrió debido al avance de la técnica que permitió un excedente de producción apropiado por un pequeño sector de la sociedad.
[2]
Marx, K. y Engels, F. (2008). “Burgueses y proletarios”, en El Manifiesto Comunista. Ediciones
Libertador, Buenos Aires.
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